En su libro “El Líder Resonante Crea mas” Daniel Goleman y Richard Boyatzis señalan la importancia del conocimiento de las emociones y como puede potenciarse para ser más exitosos dentro de la organización.
Los líderes resonantes son personas capaces de despertar en sus seguidores entusiasmo y movilizarlos a donde se desee, encausando las emociones de cada uno de los individuos de acuerdo al plan diseñado, pues cuando las emociones son transmitidas de forma positiva el funcionamiento del grupo alcanza niveles elevados, en cambio, quienes se inclinan hacia el resentimiento y la ansiedad, encaminan a los grupos hacia la desintegración.
Boyatzis y Goleman definen las emociones como un circuito abierto donde la estabilidad emocional depende en parte de las relaciones que establecemos con los demás, a diferencia del resto de los sistemas de cuerpo humano que son un circuito cerrado (circulatorio, respiratorio) razón que explica la importancia del líder, sus acciones y como influyen en la organización. Este circuito abierto facilita el contagio de las emociones, pudiendo afectar de esta forma el clima emocional de toda una empresa. Estudios realizados determinaron que tanto la alegría como la cordialidad se transmiten mas rápidamente que la irritabilidad y la depresión, y que el estado de ánimo determina la eficacia laboral.
Los líderes emocionales se convierten en atraedores límbicos que ejercen una gran influencia sobre el cerebro emocional de sus seguidores. A la inversa, las emociones negativas secuestran la atención y dificultan el trabajo, creando disonancia en el grupo y la sensación de encontrarse desconectados de los demás. Mientras que el líder resonante, tiene la habilidad de congeniar las características de todos los estilos de liderazgo según sea el caso y manteniendo siempre una conexión con sus seguidores generando el tono emocional positivo, que crea resonancia y sinergia en el ambiente de trabajo.
El efecto “Luna de Miel”
Los autores señalan que muchas veces asistimos a talleres, seminarios y jornadas de desarrollo que nos llenan de ideas refrescantes sobre la importancia del cambio para el logro del éxito. Y salimos completamente convencidos de que ésta vez sí lo lograremos. Sin embargo, al llegar a nuestros hogares, sitios de trabajo o de estudio, nos encontramos con un cúmulo de situaciones urgentes que resolver, todo tipo de llamadas telefónicas que responder, docenas de emails por leer y es allí donde empieza a desvanecerse lentamente nuestra decisión de cambio, olvidamos lo recientemente aprendido y poco a poco caemos en los viejos hábitos y todo vuelve a ser como antes.
El efecto Luna de Miel que ocurre con la mayoría de estos programas destinado al mejoramiento de las competencias personales es consecuencia, para Boyatzis y Goleman, de que van dirigidos a la región neocortesal del cerebro (región es la encargada de las funciones de pensar, percibir, analizar, imaginar y es la responsable de nuestro comportamiento civilizado) más que hacia el sistema límbico responsable de las respuestas emocionales y la memoria.
El sistema límbico, se encuentra en la parte media del cerebro y comprende centros importantes como el tálamo, hipotálamo, el hipocampo, y la amígdala cerebral, que almacena la información con carga emocional. Es en ésta parte del cerebro que se generan las reacciones inexplicables que después de haber sucedido nos dejan reflexionando sobre nuestro comportamiento, ya que al recibir un estimulo parte de la información llega a la amígdala antes que a la corteza neocortical, encargada del razonamiento; produciéndose reacciones apresuradas producto de la emoción generada en la amígdala cerebral, antes que la parte pensante del cerebro reaccione y coordine una respuesta.
Lograr mantener un control emocional adecuado nos permitirá ser lideres resonantes, pues para lograr el éxito personal y empresarial, no basta tener un alto coeficiente intelectual, sino que depende en gran medida de la capacidad que se tenga para controlar nuestras reacciones ante situaciones que nos produzcan molestia, tristeza, ansiedad, e incluso alegría; así como de la capacidad que tengamos para sintonizar con nuestros propios sentimientos y con los sentimientos de los demás.
El Rol de las Emociones
Buen punto de partida es conocer el papel exacto que desempeñan las emociones en el trabajo de los líderes y en la eficacia de todo tipo de organizaciones, pues aún cuando en la corteza neocortical el aprendizaje de nuevas ideas es mucho más rápido y preciso del que puede lograrse con el cerebro límbico, los programas de desarrollo de competencias de liderazgo proponen cambios en hábitos que muy probablemente adquirimos en temprana edad, y que por tanto están profundamente arraigados, requiriendo de un tipo de aprendizaje diferente, con enfoque emocionalmente inteligente que influya directamente en los centros emocionales.
Esto es un desafío que requiere de un alto grado de motivación pues desarrollar competencias de liderazgo que no aprendimos en temprana edad, para el adulto, representa una doble tarea: deshacerse de los hábitos que ya no nos sirven y reemplazarlos por otros nuevos, teniendo que trabajar más duro y por más tiempo que cuando lo aprendimos por primera vez.
Dentro de este orden de ideas, es preciso definir que el primer paso del proceso de cambio en los ámbitos de los equipos y de las organizaciones consiste en identificar la realidad emocional y las normas de la empresa, es decir, lo que las personas hacen juntas y el modo en que lo hacen. Solo entonces puede realmente acometerse el proceso de transformación de la inteligencia emocional de una organización y el único modo de alentar una transformación completa y duradera consiste en promover un liderazgo emocionalmente inteligente en todos sus niveles que permita que sus líderes afronten directamente la realidad.
Aunque la tarea principal del líder consiste en descubrir la verdad y la realidad de una organización, no son muchos los que se hallan en condiciones de hacerlo dada la conocida enfermedad de los directivos superiores que acaba desconectándolos de la realidad, en la que parecen no disponer de tiempo para las conversaciones realmente importantes y tampoco suelen establecer el tipo de relaciones afiliativas o de coaching que alientan el diálogo en profundidad sobre lo que funciona y lo que no funciona, aislándose totalmente de la realidad emocional de la vida cotidiana.
El liderazgo autoritario imposibilita la sinceridad de los subordinados. Los líderes completamente desorientados, creen que todo va bien, pero que en realidad han acabado incubando una cultura en la que nadie se atreve a decirles la verdad (especialmente las malas noticias) y generan un clima que en ocasiones puede llegar a ser destructivo.
La cultura de las organizaciones dirigidas por líderes disonantes es inevitablemente tóxica. Los líderes que recurren a la amenaza y la coacción para conseguir sus objetivos, terminan por perder la confianza de sus subordinados. Concentrarse solo en los beneficios a corto plazo, no dar importancia a la pérdida de un Cliente, ni esmerarse por la calidad del servicio, es la ruina de cualquier organización.
Marco Antonio Moreno