29 de febrero de 2008

LA PIRÁMIDE DE MASLOW

Abraham Maslow presentó una forma muy sencilla de concebir las necesidades de una persona. Psicólogo y autor de numerosos trabajos sobre el papel de la ciencia en la naturaleza humana, Maslow es reconocido por concebir una pirámide en la cual ordenó las necesidades desde los niveles más bajos y más básicos, hasta las de niveles más altos. Dentro de su teoría de la personalidad, Maslow introdujo el concepto de jerarquía de las necesidades, en la cual las necesidades se encuentran organizadas estructuralmente con distintos grados de poder, de acuerdo a una determinación biológica dada por nuestra constitución genética como organismo de la especie humana.

Esta jerarquía está organizada de tal forma que las necesidades de déficit se encuentren en las partes más bajas, mientras que las necesidades de desarrollo se encuentran en las partes más altas de la jerarquía. Según esta pirámide el orden está dado por la potencia y su prioridad. Así, las necesidades de déficit, como las necesidades fisiológicas y las necesidades de seguridad se encuentran en la base de la pirámide, seguidas por las necesidades de amor, estima y pertenencia, para culminar con las necesidades de desarrollo, cuales serían las necesidades de autorrealización y las necesidades de trascendencia. Dentro de esta estructura, cuando las necesidades de un nivel son satisfechas, no se produce un estado de apatía, sino que el foco de atención pasa a ser ocupado por las necesidades del próximo nivel y que se encuentra en el lugar inmediatamente más alto de la jerarquía, y son estas necesidades las que se busca satisfacer.

La teoría de Maslow plantea que las necesidades inferiores son prioritarias, y por lo tanto, más potentes que las necesidades superiores de la jerarquía: “un hombre hambriento no se preocupa por impresionar a sus amigos con su valor y habilidades, sino, más bien, con asegurarse lo suficiente para comer”. Solamente cuando la persona logra satisfacer las necesidades inferiores, entran gradualmente en su conocimiento las necesidades superiores, y con eso la motivación para poder satisfacerlas; a medida que la tendencia positiva toma más importancia, se experimenta un grado mayor de salud psicológica y un movimiento hacia la plena humanización.

Para Maslow, el convertirse plenamente en humano implicaría la aceptación de satisfacción de las necesidades determinadas por nuestra base biológica, lo que permitiría, tras satisfacer las tendencias que nos unen con el resto de la humanidad, descubrir lo idiosincrático, lo que nos distingue del resto de los seres humanos, el descubrir los propios gustos, talentos determinados por nuestra herencia, para concretizarlos en base al trabajo esforzado; en palabras de Maslow: “la manera en que somos distintos de las demás personas también se descubre en esta misma búsqueda personal de identidad”